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[...] Hace tiempo escribía "Denotadores..., connotadores. Necesito de este círculo íntimo e incompleto, de su complicidad y circunscripción..." Esos denotadores que al principio, en mi poesía de síntesis, les atribuía un rango catastrófico (vinculado a la Teoría de las catástrofes de René Thom) y cuya evolución circunstancial - que yo llamaría serendipia- derivó en la poética de contextos panópticos, provista - ésta- de una impronta cuántica que transfiere a los denotadores y connotadores "catastróficos" las propiedades de superposición y entrelazamiento inherentes a la física de partículas. Por extensión en la matriz panóptica se establece una correspondencia exacta entre la experiencia del instante y el devenir interior en la que el agente poético toma conciencia de la resonancia de su propio estado mental que, en última instancia, es el inductor del acto de escribir. Para desarrollar una matriz poética de contextos panópticos hay que adicionar cuatro pasos más - con respecto a la inducción- en el siguiente orden: Entregarse a una energía infinita de sabiduría (Mente Suprema, Campo Cuántico) . Observar (nos convertimos en observadores cuánticos del pasado hacia el futuro y viceversa). Capturar conscientemente las eferencias de los estados donde se manifiestan los efectos de una conexión espiritual con un campo cuántico cuya finalidad no es lo que deseamos sino lo que somos y por último Concretar la nueva realidad atendiendo a las coincidencias, sincronicidades y serendipias que nos vislumbran que estamos el camino correcto. En definitiva el límite de mi poética [panóptica] está determinado por la psicología cuántica.
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