>>Y pensar que han pasado casi cuarenta años para poder reconocer, en una lectura transaccional del Principito de Antoine De Saint- Exupéry, un efímero estado de soledad cósmica que me abrumó siendo aún muy niño -en mi ciudad natal- en una noche oscura. que, sin duda, determinó mi particular identidad poética, pero al mismo tiempo me hizo confirmar la incertidumbre voraz del abismo.
Y el eco entrelazado del recuerdo teletransportó un fragmento íntimo de ilusión y pura inocencia desde mi yo más profundo al confín del universo[...]
El principito (fragmento)
" Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos, y es el tiempo perdido con tu rosa lo que la hace importante
(...)
Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:
-Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol
-Tendremos que esperar
-¿Esperar qué?
-Que el sol se ponga.
Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
-Siempre me creo que estoy en mi tierra.
En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas.
-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:
-¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
-El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Y principito no respondió.
(...)
Para mi no eres todavía más que en muchachito semejante a 100.000 muchachitos. Y no te necesito, y tu tampoco me necesitas, no soy para ti más que un zorro semejante a 100.000 zorros, pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro, serás para mí único en el mundo, seré para ti único en el mundo. Si me domesticas, mi vida se llenará de sol, conoceré un ruido de pasos que será diferente a todos los otros...tus ruidos me llamarán fuera de la madriguera, como una música.
(...)
Era un vendedor de píldoras perfeccionadas que calman la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
- ¿Por qué vendes esto? -Dijo el principito.
- Es una gran economía de tiempo - replicó el comerciante. - Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
- ¿Qué se hace con estos cincuenta tres minutos?
- ¡Se hace lo que cada uno quiera!
-Yo, -dijo el principito - si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una fuente. "
Antoine de Saint-Exupery
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