Borges insistía en que no se enorgullecía tanto de los libros que había escrito como de los que había leído (Algunos Borges de Jorge Luis Borges).
Lo mío es peor, no sé si más modesto, pero peor: no me enorgullezco de lo que he escrito, pero sí, con razón y vergüenza, de lo que han escrito mis amigos (La felicidad).
Mi talento indigente tuvo desde ellos alientos de oro (La incertidumbre del poeta).
Es raro, pero en una ciudad no demasiado grande como Santa Fe -la vieja Santa Fe, capital de la provincia, antigua y llena de la voz de los que juraron la Constitución en 1854 y a la que la ciudad de Rosario se le adelantó tanto que hoy casi todos en Buenos Aires creen que esta última es la capital- lo que había en lugar de empresarios era escritores, y en lugar de doctorados, músicos, pintores, gente de teatro muy adelantada (La transmisión de la cultura y la educación verdadera)
Fue por eso, supongo, que mis primeros, más entrañables y duraderos amigos fueron -como a mí “me daba” por las letras-, adolescentes que escribían (Construcción de cuentos).
Esos adolescentes que escribían, no sé por qué, llegaron a ser grandes escritores (El mundo de las letras) [...]
Perro de Perros ( Mara Torres, monografías.com Newsletter#776)